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Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo,

Recibimos un profundo consuelo cuando nos encontramos con el amor infinito de Dios a través de Su Hijo Jesucristo. La manifestación de este amor, desplegada en la muerte de Jesús en la Cruz, nos abre un nuevo camino para conocerlo y amarlo más íntimamente. Nuestro camino para proclamar el amor de Dios y dar testimonio de su poder transformador se desarrolla y madura a través de una vida anclada en la Palabra hecha carne y alimentada a través de la presencia real de Jesús en el Santo Sacrificio de la Eucaristía.

Como leemos en la Primera Carta de San Juan, nuestra identidad como hijos de Dios nos alienta a vivir una vida enraizada en el amor de Dios: “Queridos, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios y conoce a Dios” (1 Jn 4,7). Una característica esencial de la virtud del amor es nuestra devoción a la oración cristiana, especialmente la oración de intercesión por todos, por los vivos y los muertos. Es con esto en mente que les presento la Cofradía por las Ánimas del Purgatorio (Confraternity for the Holy Souls en inglés), un nuevo apostolado laico dentro de la arquidiócesis de Detroit dedicado a interceder amorosamente con oración por las almas del purgatorio.

La doctrina del purgatorio, tal como se establece en el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC 1031), se refiere a la limpieza de las almas en preparación para su hogar final en el cielo. Cuando pasamos de esta vida a la otra, esperamos morir en gracia y amistad con Dios. Sin embargo, si morimos en gracia y amistad, pero aún estamos imperfectamente purificados, tenemos asegurada la salvación, pero debemos pasar por una purificación para alcanzar la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo (CIC 1030). Para compartir el amor que une al Padre y al Hijo en el Espíritu Santo, debemos purificar nuestro corazón de todo lo que sea indigno del Corazón de Jesús.

El Salmo 51:7-10 nos da un ejemplo de esta purificación o limpieza:

Mira que nací culpable, pecador me concibió mi madre. Y tú amas la verdad en lo íntimo del ser, en mi interior me inculcarás sabiduría. Rocíame con hisopo hasta quedar limpio, lávame hasta blanquear más que la nieve. Devuélveme el son de gozo y la alegría, se alegren los huesos que tú machacaste.

Como doctrina de fe, la Iglesia asocia el purgatorio con la práctica de orar por los muertos, conexión que encontramos en el Libro Segundo de los Macabeos (12:46), allí se hace expiación por los muertos para que sean librados del pecado. San Juan Crisóstomo también nos recuerda la importancia de orar por los muertos:

“Ayudémosles y conmemorémosles. Si los hijos de Job fueron purificados por el sacrificio de su padre, ¿por qué dudaríamos de que nuestras ofrendas por los muertos les brindan algún consuelo? No dudemos en ayudar a los que han muerto al ofrecer nuestras oraciones por ellos”.
(Homilía sobre Job 1:5)

El objetivo de la Cofradía por las Ánimas del Purgatorio es desarrollar una mejor concientización entre los fieles de nuestra necesidad de orar por nuestros hermanos y hermanas que han fallecido y que necesitan nuestras oraciones en preparación para su viaje final de purificación y santificación para entrar al cielo. A través de la formación de agrupaciones de la Confradía en las Familias de Parroquias en toda la arquidiócesis de Detroit, espero que la Iglesia de Detroit desarrolle una comunidad activa de intercesores que oren regularmente por las almas del purgatorio. La Confradía estará bajo la dirección espiritual de su capellán, padre Jeffrey Day, Moderador de la Curia y Vicario General, y será coordinada por el Dr. Marlon de la Torre, director ejecutivo del Departamento de Evangelización y Discipulado Misionero.

Les pido que devotamente consideren unirse con sus compañeros feligreses para formar una agrupación de la Cofradía por las Ánimas del Purgatorio en su Familia de Parroquias. Para obtener más información sobre la Confradía y cómo empezar una agrupación en su comunidad, pueden visitar aod.org/holysouls.

Tengan la seguridad de mis oraciones por ustedes y por sus seres queridos, especialmente por aquellos “que se han ido antes que nosotros con el signo de la fe y descansan en el sueño de la paz”.

Sinceramente suyo en Cristo,
El Reverendísimo Allen. H. Vigneron
Arzobispo de Detroit